26 feb 2011

Libertad para AMAR

Seguramente una de tus mayores frustraciones consiste en no poder amar como supones que deberías hacerlo. No sabes que el amor es como una fuente, que llena primero tu corazón y, solo si se desborda, puede algún día regar y hacer florecer lo que a su paso encuentra. Es posible que tú no seas libre para amar, porque tal vez tu interior esté poblado de: miedos, juicios, resentimientos, culpabilidad, apegos y expectativas no realizadas. Siendo así, no tienes espacio para albergar amor. Tus conflictos interiores, sin resolver, son las capas exteriores de roca, que tendrás que remover antes de poder encontrar la veta que contiene el oro.
Todas las búsquedas emprendidas por el hombre convergen en una sola: encontrar el amor. Sin embargo no existe nada más esquivo. Todos quieren disfrutar del río en su desembocadura, cuando su corriente parece más exuberante; pero pocos cuidan del entorno de las cabeceras, que es donde las aguas nacen. Así mismo, muchos anhelan gozar del amor, pero son pocos los seres enfocados interiormente en amarse y aceptarse a sí mismos, aún cuando es allí donde el manantial del amor brota y comienza a fluir. Si esa fuente interna se agotara, quienes deseen beber de ella se quedarán sedientos.
Los mayores obstáculos para poder amar son los miedos, que consideramos nuestra sombra. Además de ellos, en cada ser hay aspectos débiles de la personalidad, que, cuando emergen, pavimentan el camino de disgustos y contrariedades. Muchos escogen ocultar su lado oscuro, pero entonces se acumulará la energía, y en la primera ocasión hará erupción en forma aún más agresiva y purulenta. Si deseamos abrirnos al amor y crecer, debemos hacer justamente lo contrario: hacer conscientes nuestras deficiencias, aceptarlas y comprender su naturaleza. Luego, con paciencia podemos adiestrarnos en practicar la cualidad opuesta.
Ese mismo trabajo que hacemos con nosotros mismos nos sirve para establecer conexiones maduras y gratificantes con nuestros semejantes. De todas las relaciones la más bella y la que más dificultades trae es el vínculo entre un hombre y una mujer. Vivir en pareja es crecer juntos, y al mismo tiempo poder desarrollarse, tanto individualmente, como a través del otro. Si deseamos que una relación conyugal pueda mantenerse sobre bases sólidas, debemos alimentar sus raíces otorgando múltiples oportunidades de crecer. Esta actitud generosa del espíritu es la que garantiza el intercambio dinámico de amor y de placer, y regala la plenitud de la unidad perfecta.
En cambio, cuando el compañero se ha convertido en un lastre para el desarrollo personal y mutuo, puede decirse que el vínculo conyugal ha muerto, y que debe ser disuelto. Hagámonos conscientes de que los matrimonios no se acaban por incompatibilidades, ni por odio, ni por crueldad mental, ni siquiera por la intromisión de un tercero en discordia. La gente se divorcia cuando la unión no provee al ser humano del marco adecuado para sustentar su crecimiento.
Las personas inmaduras tienden al hábito de echar la culpa al otro cuando las cosas salen mal. Incriminar al compañero en esa forma equivale a derramar veneno, y a consolidad un círculo vicioso de dolor y fricciones. La mejor forma de diluir los desacuerdos es confrontando los hechos. Antes de llegar a conclusiones se debe explorar, aceptar y comprender las causas del conflicto. Luego se hace el ritual de un pacto, que debe respetarse rigurosamente.
La felicidad conyugal depende exclusivamente de la forma como el hombre y la mujer han aprendido a relacionarse. ¿Son conscientes de la relación directa que existe, entre el gusto de compartir, y su crecimiento interno? ¿Usan las dificultades, inevitables de su relación, como espejo para reconocer sus fallas? ¿Se comunican en forma profunda, revelando la verdad y compartiendo sus intimidades? ¿Se apoyan y se ayudan mutuamente? Si la respuesta es NO, la relación está bloqueada, es destructiva y seguramente va camino del divorcio. Si es afirmativa, significa que el amor de esta pareja fluye, porque su disposición humana favorece el desarrollo del ser y la expansión hacia el espíritu.

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