6 oct 2012

Sugerencias para acallar el diálogo interior

Intente fijar su conciencia en el espacio de los pensamientos, en su entorno, no en ellos. Puede que esto le parezca imposible, pero le aseguro que usted es capaz de hacerlo. Cuando se encuentre en un pensamiento, deslícese por el intervalo que precedió a ese pensamiento y fije su conciencia justo en ese vacío. En su obra “Conciencia Cuántica”, Stephen Wolinsky dice lo siguiente sobre el espacio de los pensamientos: “Experimentar el espacio que hay entre nuestros pensamientos acaba por conducir a la relajación de los límites que colocamos en torno a las cosas, ideas, personas y demás. Y a medida que estos límites se relajan, nuestro contento aumenta”. Ese espacio sin límites que existe entre sus pensamientos es un hueco que se encuentra más allá de sus percepciones físicas y mentales, es allí donde experimenta el éxtasis de la espiritualidad. Cuando, a propósito, fije allí su conciencia, le embargará una abrumadora sensación de contento. Cuando regrese a un pensamiento, lo cual resulta inevitable, no se juzgue. Con suavidad pero firmeza intente volver a deslizarse en el hueco que haya entre ese pensamiento y el siguiente.
• Actividades  como el Tai-chi  o  el Taekwondo no son más que dos de las muchas que disfrutan de popularidad debido a su eficaz combinación de disciplina física y espiritual. Le hacen conocer la concentración, que es otro término para definir el proceso de acallar el diálogo interior y ser uno con la presencia divina.
• Póngase en contacto con un centro de meditación y matricúlese en un curso de introducción. Resulta un magnífico primer paso para hallar la paz interior y acallar el diálogo interno. El propósito de la meditación es el de enseñarle cómo llegar a ese espacio unificado y aprender a superar su resistencia.
• Intente convertir sus actividades en meditaciones. En cualquier momento de estrés, diríjase hacia su interior y deje que la piedrecilla caiga, aunque sea sólo durante unos segundos. Usted puede acallar el diálogo interior en cualquier parte. Esta técnica le puede resultar útil incluso en medio de un partido de tenis. Ese espacio es como el espacio entre los pensamientos. En situaciones como un partido de tenis, usted puede concentrarse merced a la respiración entre golpe y golpe. De esta forma será inmune a las distracciones. Acallar su diálogo interior no tiene por qué ser algo que practique en solitario, en un lugar silencioso. Puede hacerlo en cualquier parte, con independencia de las circunstancias externas.
• Póngase delante de un espejo, mírese directamente a los ojos y diga en voz alta: “Te quiero, te valoro, y sé que hay mucho más en ti que aquello que me devuelve la mirada”. Luego cierre los ojos y repítalo otra vez. Se encontrará con que va más allá de su yo físico y se libera de muchos de sus pensamientos relacionados con demostrar su valor. Usted es un ser precioso en la medida en que es una criatura divina. Punto. No necesita demostrar nada. Así que cualquier pensamiento que sea contrario a esto está impidiéndole llegar a conocer su yo espiritual conectado con la divinidad.
• Cuando tome la decisión de rezar, en lugar de dirigir la oración al exterior y buscar una consideración especial por parte de Dios, realiza un intento de estar en la mente de Dios sobre la que escribió san Pablo en su carta a los Filipenses. En lugar de hacer solicitudes, escuche la voz de Dios que está presente en el centro de su ser. Si está orando por otra persona, haga que su observador se concentre en la energía divina que rodea a esa persona. No permita que sus pensamientos se aparten de esa divina luz curativa. Vea a Dios como su eterna guía divina, siempre a su disposición. Vívalo.
• Imagine un gran reloj cuyo segundero haga una pausa muy leve cada vez que avanza un segundo. Primero, concentre su atención en cada segundo, luego desvíe la atención al espacio existente entre los segundos. O imagínese corriendo entre una gran multitud sin tocar a nadie. Imagine que está corriendo por los huecos que hay entre las personas. Los huecos representan ese espacio existente entre sus pensamientos, espacio que simboliza el Tao. El silencioso e ilimitado vacío interior. Marsha Sinetar, al escribir su obra “Personas corrientes como monjes y místicos”, resumió este proceso de la manera siguiente: “Si las personas corrientes se tomaran el tiempo necesario para volverse hacia su interior, para desarrollarse a sí mismas tal como estamos comentando, su comportamiento, elecciones, actividades, también vendrían motivadas por su interior. Cada acto y elección tendría más significado. Dichos actos auténticos son el resultado de un proceso de conversión que todos podemos experimentar, seamos o no dependientes de una tienda de comestibles, un fracasado escolar, un científico nuclear, o un vago. Este proceso, por fortuna, es el gran igualador, tiene poco que ver con dónde o cómo viva una persona. Todos somos personas corrientes, y todos somos también místicos”.
Tómese un poco de tiempo cada día para volverse hacia su interior y dejar que esa piedrecilla caiga a través de los niveles de su mente hasta que se pose en el espacio abierto a todas las posibilidades. El ruido interior le impide conocer el silencio, que es la voz de Dios.
Usted puede conocer esta tercera clave de acceso a la conciencia superior si está dispuesto a reconocerse como una criatura divina. Su búsqueda espiritual se inicia en los momentos de silencio celestial.
Al reunir la energía espiritual que tiene en los jubilosos momentos de silencio, usted hará que su ego quede relegado. Esta última clave de acceso a la conciencia superior te está aguardando.

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